Nuestros versos y reversos

Nuestros versos y reversos

domingo, 13 de noviembre de 2011

"Stairway to heaven" (Alejandra)

Quizá son sus últimos minutos de vida, sus últimos suspiros, sus últimas lágrimas. No queda mucho tiempo. Todo brota y desaparece con la velocidad de la luz. El aire empieza a faltarle, el oxígeno que habitaba en sus pulmones empieza a abandonar aquel cuerpo debilitado, machacado por el paso del tiempo. Ya sólo se distingue el áura del ángel que se sitúa a su lado. Resplandeciente, fría pero cálida a la vez. El ángel no siente lástima, no llora, no solloza su tan presente muerte. Simplemente sonríe y le tiende la mano.
- "Es hora de descansar, de dejar este mundo y que los miedos e inquietudes que habitan en tu corazón se queden en él y te dejen partir a un lugar mejor." - le dice tras exponer su blanca dentadura.
Entre oraciones inacabadas y susurros inaudibles, palabras maltrechas se abren paso entre las últimas espiraciones.

- "Gracias por salvarme."

martes, 1 de noviembre de 2011

¿El qué?

¿Qué esperáis?

¿Líneas, palabras y metáforas?

¿Las expresiones verdes de un adolescente?

¡¿Qué queréis?!



Podría llenar de reivindicaciones la hoja entera

y entonces no hacer poesía.

Podría escribir sobre los sentimientos que afloran en mi cabeza

y entonces no hacer poesía.

También podría hacerlo mi corazón

y puede que sí, o tal vez no... haría poesía.



¿Acaso os voy a decir yo qué es poesía?

No es tinta, no es rima,

no son firmas, no es historia...

Para mí...



Mi poesía no es la vuestra,

a vuestra puede no ser la mía.

¿Queréis poesía?

Coged el folio en blanco... Imaginad:

Todas esas palabras, todas esas rimas,

esas metáforas que estáis deseando leer...

Y eso: Podría ser poesía...



¿Queréis poesía?

miércoles, 26 de octubre de 2011

Ahí estaba él

Con una fina chaqueta marrón, un lapicero y un buen resfriado.Todavía no sabe cómo pasó exactamente.

Él lo tenía todo planificado: una vida, una ideología inamovible, algo que estudiar, un lugar donde asentarse... Una vida para él.


Un día le vino la inspiración (o aquello que sea lo que te desordena tu esquema y te inventa uno nuevo) y su visión del mundo cambió, sus ideales se hicieron ideales puros, de los que están a prueba de balas, sintió que debía hacer algo por él...

Hacer algo que no fuese sólo para él: por lo que valiese la pena vivir... y por qué no: morir con y por ello también.


Él deseó cambiar el mundo... ya que este no lo iba a hacer.No sabía cómo hacerlo, por dónde empezar... Pero quería ayudar al mundo asi que cogió su lápiz y escribió.

Escribió injusticias... esperando rectificaciones.

Escribió reprimendas... esperando arrepentidos.Escribió esperanzas... esperando logros.

Escribió sonrisas, abrazos, arrepentimientos y consuelos... esperando que fuesen compartidos.

Quería cambiar el mundo.

Quería ayudar al mundo.

sábado, 5 de marzo de 2011

Victoria (Jorge).


Hablemos del riesgo. ¿Quien no arriesga no gana?

Más bien, quien no gana no ha arriesgado.

Estamos continuamente arriesgando, ahora ya... continuamente ganando... creo que no.

Únicamente nos damos cuenta de que arriesgamos en aquellos momentos decisivos, decisivos subjetivamente claro, como por ejemplo levantarse todos los días...

Pero normalmente, siempre podemos perder más de lo que podríamos ganar. Eso, si estamos habituados a que nos salgan bien las cosas, en este caso ganar seria habitual para nosotros, pero dejaríamos de arriesgar.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Cuaderno de verano (Jorge).


Lo había cogido el primer día de verano. Igual que todos los años. Asimismo, sabía que el último día yacería de la misma en la cual lo había adquirido: En blanco.
Siempre lo observaba con ganas de escribir en él grandes parrafadas sobre cualquier cosa que le ocurriese, experiencias del verano, problemas que imaginaba observando el Atlántico a altas horas de la noche... Palabras que releería quizás dentro de un mes, un año, una vida...
Sin embargo acababa vacío, ese cuaderno de experiencias: totalmente intacto.
Y pensé que era absurdo tener algo como aquello, donde inmortalizar sucesos ocurridos en esa relajada época del año pues... ¿Acaso tenía un cuaderno para toda su vida? ¿Un montón de papel donde anotar acontecimientos vitalicios? La respuesta era no. Esas experiencias forman parte de nosotros siempre, sin necesidad de recordarlas nos hacen fuertes, nos obligan a vernos en un espejo, nos forjan y nos muestran al mundo tal y como somos.

jueves, 24 de junio de 2010

Hielo líquido. (Alejandra)


Ella. Él. Cada uno por su lado. Sin nada en común. Lo único que compartían era que el tiempo corría en su contra. Frío, así era aquel día. Copos de nieve resbalaban por las carentes hojas de los árboles. Como si el destino lo hubiese escrito, ambos chocaron. Ella, exasperada por su mala pata, se dispuso a irse sin pedir perdón pero algo se lo impidió, Él. La estaba obligando a que, por lo menos ya que no le había pedido perdón, le mirase a los ojos. Ella así lo hizo. Sus ojos se cruzaron y todo dejó de existir. En aquel eterno y a la vez efímero segundo, el reloj de la Tierra que había sido inmaterial hasta entonces, se transformó en algo tan sólido y tangible como el hielo y, repentinamente, se volvió liquído al encontrarse con aquella imagen llena de un abrasador amor y deseo, que emanaba un fuego que sólo se podía encontrar en un en el fondo de sus miradas.

domingo, 9 de mayo de 2010

Oniricos (Jorge)


Vuelvo al cuaderno, mundo de escritura,
vocablos trágicos, cómicos y mágicos,
agazapado espero a la cordura,
y me asaltan los recuerdos idílicos.

Aquí no puedo perderme,
cuatro márgenes me encierran.
Escribo para reír indemne,
la tinta se irá cuando quiera.

Se agolpan los recuerdos,
y renglones vacíos hay que buscar.
Aquellos oníricos del cielo,
los volveré a usar.

martes, 20 de abril de 2010

Libertad. (Alejandra)


Aquel aire imperceptible para sus ojos pero con el olor tan característico del mar llenaba sus pulmones hasta ocupar cualquier rincón de ellos haciendo que su pecho se elevase tranquilamente.
Se encontraba tumbada en la cubierta de su pequeño velero. La brisa marina impregnaba la superficie de su piel resfrescándole cada poro de su tez.
No le importaba. Es más, le encantaba. Aquel simple gesto que la naturaleza ejercía sobre ella le incitaba a disfrutar de cada bocanada de aire que esta le ofrecía.
Estaba sola, sí, pero no era ese el sentimiento que abundaba en su rostro en aquel momento. Estar en un lugar perdido de aquel mar la salvaba de su monótona y aburrida vida. Se sentía libre. Sonreía.
Aquel sentimiento nuevo para ella se abría paso entre sus reiteradas emociones para no abandonarla nunca y llenar su vida de esperanza.

domingo, 18 de abril de 2010

No perdamos la sonrisa (Jorge)


Se paró a meditar:
-¿Tanto cuesta una sonrisa?- se dijo.
Y le pareció que, a medida que pasa el tiempo, la capacidad de sonreír va adquiriendo cierto criterio y sus incentivos de brillar pierden significado poco a poco.
La persona en cuestión se vuelve más... ¿seria? Siempre le habían enseñado que las personas serias y educadas son aquellas que han madurado...
Se dió cuenta, de que en ese mismo momento, lo peor que le podía pasar era eso: madurar.
Prometió que haría todo lo posible por tener una, dibujada en su rostro.

domingo, 4 de abril de 2010

Días oscuros. (Invitada especial)



Lloro sin motivos.
Me río sin ganas.
Con una sonrisa falsa dibujándose en mi cara.
Siento frustración en cada momento.
Quiero lanzarme al vacío para ponerle fin a todo esto.


jueves, 1 de abril de 2010

Oscuridad (Alejandra)


-¡CORRE!- Se repetía a sí misma entre sollozos. -¡¡CORRE!! Tenía más claro que nunca que ese era su único objetivo en ese preciso instante, debía, mejor dicho, tenía que correr a pesar de todo el miedo que tenía en su delicado cuerpo. Nunca había estado tan asustada. Los miedos que tenía cuando era pequeña en comparación con el que se estaba apoderando de ella en aquel momento eran insignificantes.

Mientras conseguía, no sin esfuerzo, seguir corriendo y evitar que su torpeza le jugase una mala pasada, le venían imágenes del inesperado encuentro con aquel chico.


....

- Es hora de que me encargue de ti.- Le había dicho casi deseoso mirándola fijamente a través de unas gafas de sol. Alisson, asustada y casi sin comprender lo que aquel desconocido le decía sabía lo que tenía que hacer, salir de allí como pudiese.

Su instinto actuó por si misma. Le propinó un empujón a su enemigo y se escabulló como pudo.

Salió al exterior. Su pelo, liso y sedoso, se convirtió en una maraña al estar en contacto con las gigantescas ráfagas de aire que se deslizaban libremente fuera.

No se dio cuenta de hacia dónde le llevaban sus pies hasta que se adentró en un bosque. De día, sin duda aquel lugar era el sitio de todo el planeta con más vida, pero de noche no, o por lo menos esa noche no.

Alisson, angustiada, se percató de que tenía que huir del chico que había irrumpido en su habitación.

Se sentía intimidada, no podía hacer nada para huir del trágico final que le esperaba antes de que el Sol se impusiese en todo su esplendor.

De sus ojos empezaron a emanar lágrimas, su respiración se empezó a agitar. No distinguía ya nada de lo que se encontraba a su alrededor por lo que, cansada de correr, se desplomó. En el suelo, aún llorando, sospesó la posibilidad de que quizá su perseguidor hubiese perdido su rastro, pero toda esperanza que tenía se desvaneció.

De entre las sombras surgió el chico de las gafas de sol, no tan calmo como antes.

-Eres más escurridiza de lo que pensaba.- Le dijo entreabriendo su boca para enseñar con ese simple gesto sus dientes, blancos como la nieve. Alisson pensó en entregarse y acabar con todo, pero, en su interior sintió cómo su cuerpo se erguía y volvía a ponerse en marcha para evitar que su vida acabase a manos del muchacho. Las ramas de los árboles le impedían ir demasiado rápido ya que le lastimaban la piel con cada roce que hacían sobre su cuerpo. Pronto se dio cuenta de que si seguía corriendo así no iba a llegar a ningún sitio.

Corrió como nunca lo había hecho, sus ojos se empezaron a volver a humedecerse. No sabía el porqué y bien poco le importaba. Sólo sabía que un líquido caliente se iba deslizando por sus pálidos brazos. Bajó la vista y no pudo evitar que de su boca saliese un grito.

Ahora lloraba con mayor desesperación, no porque se hubiese hecho daño con las ramas sino porque sus fuerzas empezaban a abandonar su cuerpo. No aguantaría demasiado.

-¡CORRE!- Se repetía a sí misma entre sollozos. -¡¡CORRE!! Tenía más claro que nunca que ese era su único objetivo en ese preciso instante, debía, mejor dicho, tenía que correr a pesar de todo el miedo que tenía en su delicado cuerpo. Nunca había estado tan asustada. Los miedos que tenía cuando era pequeña en comparación con el que se estaba apoderando de ella en aquel momento eran insignificantes.

Mientras conseguía, no sin esfuerzo, seguir corriendo y evitar que su torpeza le jugase una mala pasada, le venían imágenes del inesperado encuentro con aquel chico.

Estuvo corriendo durante minutos, o quizá como mucho durante una hora. Sin apenas tiempo para volver a centrarse en su único objetivo chocó contra él. El hombro del chico había impactado de lleno en el estómago de Alisson por lo que la dejó casi sin respiración. Tumbada sobre las hojas del suelo que habían abandonado sus respectivos árboles de origen, se echó hacia atrás para contemplar a su futuro pero no lejano asesino. Las únicas palabras que salieron de su boca, casi inaudibles fueron: “Por favor, que sea rápido y sin dolor.”

El chico, sin tener en cuenta lo que Alisson le decía, se agachó, la cogió del cuello y la levantó. Alisson sentía como la vida abandonaba toda célula de su cuerpo. No podía dejar de llorar. Bajo la luz de la luna sus lágrimas tomaban un tono cristalino enternecedor, pero las lágrimas de Alisson no lograron cautivar al chico.

Todo pasó muy rápido. O eso creía ella.

Sólo sabía que se encontraba en un sitio donde no había tan siquiera una pizca de luz. Era todo oscuridad.

Alisson abrió los ojos. Repentinamente todo se vio iluminado por una luz cegadora. La luz entraba por su ventana, los pájaros piaban y el viento movía lentamente los árboles. Todo había sido un sueño, un mal sueño.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Su faro. (Alejandra)


Perderse, sentirse sola, no confiar en nadie, esas eran unas de las tantas cosas que hacía antes de que él llegase a su vida. Nunca se había sentido tan bien con una persona, NUNCA. Habría abandonado cualquier proyecto si de ello hubiese dependido que permaneciese a su lado, en su vida, simplemente como un amigo en el cual pudiese apoyarse para poder levantarse cada vez que la vida, su enemiga, le pusiera obstáculos que no fuese capaz de superar.

Él era como su propio Sol, le brindaba calor con un simple abrazo. Pero no sólo era eso. Era algo más. Quizá su faro, su propio faro. Sí, sin duda él era eso. Ella era como un barco de pesca perdido en el mar en una noche de tormenta, él, su faro, quien se encargaba de indicarle el camino que debía seguir para conseguir su objetivo.

martes, 23 de marzo de 2010

Maraña (de enero de 2010) (Jorge)


Lo primero que localizó fue una rabia vehemente que se imponía ante su temple y razón de manera desbordante. La mentirá se creó para proteger, pero deja de hacerlo cuando se provoca su desaparición. Sabía que no era con mala intención, lo sabía y por eso la rabia hizo un hueco a la compasión. Posteriormente llegó el cariño, ese tipo siempre estaba ahí, era a lo que debía aferrarse y lo sabía. Finalmente, tras emitir un alarido discordante al vacío, donde nadie le oía, todo se fué. Quedó sentado escuchando los latidos de su vasto y profundo corazón. Necesitaba una mano tendida para levantarse.

jueves, 18 de marzo de 2010

Felicidades ;)

No hace mucho tiempo, te conocí.
No hace mucho tiempo, fue casualidad.
No hace mucho tiempo, confié en tí.
Hace siete meses, empezó la amistad.

Alguna vez te dije "Déjame caer",
me tendiste la mano, llena de caridad;
replicaste: "No, así no te quiero ver"...
Significa mucho para mí: amistad.

Entonces tus palabras me hablaron,
totalmente libres de hipocresía...
Y todos mis temores marcharon.
Estoy orgulloso de llamarte : amiga mía.

lunes, 8 de marzo de 2010

A nadar (Jorge)

Corriendo, se adentra en el mar: está helado, no le importa, es más: le gusta.
Más tarde viene su amigo... Se lanzan a nadar a la carrera.
Poco mas allá el faro de Tapia, desde el puerto.

La fuerza de las olas hace que la adrenalina fluya con más fuerza.

Empieza la competición y ambos agitan las piernas con bravura, el primero sabe que para ganar, no tiene que pensar en el recorrido de vuelta, sólo en que no debe parar.

El segundo, más precavido, al ver lo que pretendía su amigo, le grita que pare... Demasiado tarde: ya se había separado unos treinta metros, le encantaba nadar. Sin embargo tras varias brazadas sus fuerzas flaquean, su cabeza le arde y no siente los pies. Se le cierran los párpados y lo último que alcanza a ver es a aquella persona que le seguía nadando a toda prisa para salvarle.


Se hunde y todavia siente la presión que ejercen sus dedos en su muñeca... le saca del agua y le dice:

-¡No voy a dejar que te hundas.. no! Estoy aqui y siempre estaré aquí... Pero no me des esos sustos... nunca más.
- Está.. bien -jadea el otro- pero.., ¿Sabes por que nunca me alcanzas? Porque eres demasiado cauto... ¡oh por favor! Disfruta... ¡Disfruta del riesgo!
- Da miedo.
- Lo sé, da miedo si lo haces solo pero... Mírame a mi, no estoy solo, tu estás conmigo, sabía que no me dejarías en el agua, si no: ¡no lo hubiese hecho!

domingo, 7 de marzo de 2010

Espejo Líquido. (Alejandra)


Iba caminando por su parque preferido cuando de repente se topó con un animalillo minúsculo en comparación a él. Era una mariposa. Una delicada y llamativa mariposa. No tenía un toque de queda ni mucho menos un lugar al que ir por lo que, llevado por su conciencia, decidió seguir a la pequeña voladora. Estuvo dando tumbos de un lado a otro, hasta que, cerca de un pequeño lago, la mariposa se posó en una rama del árbol que emergía de aquel agua tan cristalina. Nunca se había fijado en que allí hubiese un lago, incluso hubiera jurado que allí nunca había habido un lago, pero la verdad, poco le importaba. Al estar frente a él no pudo resistirse y quiso mirar su reflejo en el agua transparente y tranquila del lago. Sintió un cosquilleo en el estómago. - Quizá sea porque no he comido nada durante todo el día...- Se dijo a sí mismo tras suspirar y echarse a reír. Los segundos que pasaron hasta que se asomó a aquel espejo líquido fueron eternos. Su otro yo le miraba asombrado y con una sonrisa radiante a pesar de que a simple vista se veía que no gozaba de ningún privilegio. Pasados unos minutos, se fue de allí con un nuevo objetivo para su vida; debía disfrutar de cada momento y cada minuto, por muy pequeño que fuese, si quería ser feliz.